Muy pocas veces nos detenemos a reflexionar el poder que tienen nuestros comentarios sobre los otros, una simple frase puede cambiar el día de una persona, dotarla de alegría o hacerla sentir mal, ya lo decía Sigmund Freud “la medicina moderna no ha inventado un fármaco tan eficaz como lo son un par de palabras bondadosas”.
Y es que es verdad, si para nosotros como adultos lo que los otros digan es tan importante, imagínese usted lo que es para un niño lo que le dicen sus seres más queridos, los infantes perciben a sus cuidadores como sus modelos a seguir, sus héroes y lo que estos dicen es ley y verdad absoluta; ya sea algo positivo o negativo, por eso habrá que entender el poder que tiene nuestros comentarios para dotar al niño de seguridad o de todo lo contrario..
No se trata de hablar bonito …
Muchas personas hoy en día creen que para que un niño tenga buena autoestima se les debe decir alabanzas, “eres el mejor del mundo” “eres el más inteligente” sin embargo, esto lo único que logra es dotar al niño de una realidad distorsionada, de un falso autoconcepto. Cuando uno empodera a un niño no se le tiene que hablar de que es el mejor, se le debe dar reconocimiento sobre lo que ha hecho, sobre el esfuerzo que ha puesto a la tarea que desempeñó.
Alentar vs. Elogiar
Mucha gente confunde el elogio con el aliento, elogiar tiene que ver con dar comentarios positivos cuando el niño sigue las instrucciones “Que buen niño eres” “lo has hecho justo como te lo pedí”
“ me siento orgulloso de ti” muchas veces decimos estos comentarios porque creemos que vamos a dotar al niño de autoestima, como si esta fuera algo que viene de afuera y no de adentro, las consecuencias es que el niño se vuelve adicto a la aprobación de los otros, solo se siente satisfecho cuando logra hacer lo que se le pide, además de que le damos el elogio solo cuando el niño complace nuestras demandas.
Por otro lado, el aliento tiene que ver con validar y reconocer el esfuerzo que ha hecho el niño, simplemente se trata de él y no de nosotros como adultos, puesto que el niño se siente amado y aceptado más allá de su conducta, de si se equivoca o acierta, esto como resultado hace que el niño se empodere, que sienta que el puede hacer las cosas, que es capaz , lo cual fomenta la autoestima, puesto que al sentirse seguro de haber hecho las cosas, le invita a seguir esforzándose, mejorando hasta tener grandes habilidades para la vida como autonomía, regulación emocional , la capacidad de afrontamiento, resolución de conflictos y muchas mas. Un claro ejemplo es cuando el infante hace algo bueno, si damos elogio serio algo como “me siento muy orgulloso de ti”, en estas líneas se trata sobre nosotros, en cambio el aliento serio “Que orgulloso debes de estar de ti” en este ultimo se trata del niño, y de validar su esfuerzo.
¿Qué debo hacer?
Ya lo decía Rudolf Dreikurs “un niño necesita del aliento como las plantas del agua” por eso deje de dar elogios, y cambie al aliento.
Cuando de aliento sea específico, muchas veces cuando damos un comentario a un niño somos ambiguos, trate de decir en que le esta felicitando o lo que esta reconociendo “me gustó que hayas recogido tus juguetes, gracias lo aprecio mucho “, “debes sentirte orgulloso de sacar una buena calificación” “me doy cuenta de tu esfuerzo”
“aquí me tienes, puedes contar conmigo” “te quiero sin condiciones “
Separe a su hijo de la conducta…
El pequeño no es “buen niño” o “mal niño” sino hace lo que usted quiere, por ejemplo, no querer recoger sus juguetes, solo esta teniendo una conducta desobediente. Cuando este no obedezca caso, sepárelo de lo que hace y de ser bueno, hable de la conducta únicamente “hijo te quiero, pero no me gusta la actitud que estas teniendo” en el caso de cumplir agradece lohecho, “agradezco que me hayas ayudado” “Me importas más allá de tus calificaciones “ “aprecio que me ayudes, significa mucho para mi” “ te lo mereces trabajaste duro”
Vea los errores como maravillosas oportunidades de aprendizaje…
Dentro de la filosofía de disciplina positiva creada por Jane Nelsen y Lynn Lott nos plantean que cuando aprendemos a ver los errores como oportunidades de aprendizaje, dotamos a nuestros hijos de habilidades para la vida, pues no nos quedamos en el problema, sino que nos centramos en la resolución de este, y es que los niños son pequeños, muchas veces se van equivocar, no van a querer hacer las cosas o simplemente les va tomar tiempo adquirir una habilidad, por eso aliente lo bueno, y siempre ayúdalo a reflexionar, por ejemplo: ¿ qué crees que hiciste bien? ¿Qué crees que podrías hacer mejor para la próxima? ¿que te gustaría intentar?
Sea un modelo de conducta
Existe mucha evidencia de que el aprendizaje por imitación es una de las mejores maneras de adquirir una conducta. Por esto, nosotros como adultos debemos de modelarle a nuestros hijos el que esta bien equivocarse, que más que sentirnos culpables hay que buscar soluciones, podemos intentar oraciones en voz alta como “rayos, me equivoqué, veré en que fallé, pero confió en que podre hacerlo si me esfuerzo” esto con el fin de deja atrás la exigencia de no tener que fallar y poder ser mas flexibles y respetuosos con nosotros mismos.
Validar siempre las emociones y sentimientos
Dar aliento puede ser también para guiar a un niño a nuevas conductas, una buena manera es siempre debemos validar lo que el niño siente y después dar aliento, ejemplo: “Hijo se que tienes miedo del examen, sin embargo, confía en ti, has estudiado y te has esforzado muy duro” “hijo se que te sientes molesto, yo también estaría molesto, sin embargo, pegarle a tu hermano no es una opción, ¿se te ocurre algo más para expresar tu enojo?. Esto debido a la primicia de que la emoción siempre va a ser valida, cada ser tiene su manera de percibir las cosas, y de aquello que le hace sentir bien o mal. Sin embargo, lo que hagamos con lo que sentimos no siempre va a ser permitido y por eso debemos ayudar a nuestros niños a ser reflexivos sobre lo que siente y hacen puesto a esto se le llama inteligencia emocional.
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